Capitulo 3
La playa
Por qué no
se apuran? – pregunta Fernán mientras corre delante de sus papás, que caminan
por la arena cargando sombrillas, reposeras, toallas, lonitas, pelotas,
heladeras, termo, comida, protector solar, jugo, juguetes…
Cuando terminan
de acomodar todo, Fernán va hasta el agua. Se moja, quieren que lo sequen, se
llena de arena como milanesa, quiere jugar a la paleta, a la pelota, toma
helado, como choclo, se moja, se seca, pide un barrilete, lo trata de volar con
su papá pero no pueden, se moja, se quiere secar, hace pis, se como una
medialuna, corre a un perro, salta las olas, se moja, se seca…
Hace una
hora que llegaron a la playa y sus papás están cansadísimos.
¿Por qué no
hacés un pozo cerquita de las reposeras? – le propone su mamá, mostrándole la
pala grande que le compró su abuela.
Fernán se
entusiasma con la idea. Un pozo grande, para llegar al otro lado del mundo
donde viven los chinos.
Saca arena,
Saca arena, Saca arena…
Y sí Fernán
es muy exagerado, hasta para hacer pozos. Primero solo entran sus pies pero
después de un rato el pozo le llega hasta las rodillas, y al rato hasta la
cintura. Ahora, ¡hasta el cuello!
La mamá
aprovecha para leer un libro y el papá para tomar sol tranquilo, y no se dan
cuenta que su hijo está haciendo el pozo más profundo que nadie cavó jamás en
una playa.
Ya no se le
ve la cabeza…
-Fer … ¿ estás
ahí? –pregunta la mamá.
-Sí, en el pozo… -responde Fernán, y se asoma
lleno de arena.
-¡Qué
callado está! –comenta el papá, abriendo un ojo.
-Dejalo -dice la mamá – por una vez que se queda
quieto…
Pero Fer no
está quieto, porque para hacer un pozo hay que moverse mucho.
Exageradamente. Y como además de
exagerado es distraído, deja de cavar para abajo y comienza a ir hacia los
costados, haciendo túneles.
La arena
también tiene la culpa de lo que le va a pasar, porque al principio estaba
dura, pero cuanto
más avanza Fernán más blandita y húmeda se pone, y más fácil
es cavar con esa gran pala que le regalo la abuela y que parece mágica.
Y mientras
cava, Fer está seguro de que va a encontrar un tesoro. Y en cada palada piensa
que va a encontrar un baúl lleno de… ¡CARAMELOS! Y va a comérselos dentro del
pozo para que su mamá no lo vea, ni se los haga guardar para más tarde y tampoco
lo obligue a lavarse las dientes después de masticarlos.
¡MONEDAS DE
CHOCOLATE!, para devorar aunque después le duela la panza.
¡MONEDAS DE
ORO! ¡Eso sería mucho mejor! Así podría ir a juguetería y comprarse todo lo que
le daría la gana: un muñeco con avión propio, un auto a control remoto que
también vuele, un disfraz de superhéroe…
Y mientras
piensa qué comprar, Fernán cava, cava y cava sin parar.
¿Quieren
saber qué encontró Fer en el pozo?
¡Un momento!
¡Terminó el
capítulo!.
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