Cuando volvieron de la
playa, Fernán sólo pudo bañarse, comer
los fideos que hizo su mamá y quedarse dormido en el sillón. ¡Estaba muy
cansando!
Por la mañana se levantó
temprano y empezó a repetir. “¿Cuándo vamos a la playa? ¿Cuándo vamos a la
playa? ¿Cuándo vamos a la playa?”
Así fue que salieron sus
papás otra vez cargadísimo de cosas pero primero tuvieron que buscar un negocio
para comprar unas ojotas nuevas para Fernán.
En la playa estaba Malena
con su familia, así que pusieron la sombrilla cerca y los chicos empezaron a
jugar. Ni se acordaban de los pozos.
Se mojaron, se secaron,
quisieron tomar algo y después comer y después tomar otra vez porque lo que
comieron les dio sed. Jugaron a la mancha levantando arena, que al papá de Fernán le entró en el ojo y se lo dejó
todo colorado. Jugaron a la paleta hasta que se les perdió la pelota y otra vez
fueron al agua y se mojaron, pero después tuvieron frio y se secaron, pero las
toallas estaban húmedas. Había viento y quisieron remontar el barrilete, pero
mientras Fernán tiraba del hilo, Malena tiraba del barrilete y lo rompieron
enseguida. Entonces ya no supieron qué hacer.
-
¿ Por qué no hacen un pozo?- pregunto el
papá de Malena, y aunque la mamá de
Fernán no estaba de acuerdo, allá fueron los chicos con sus dos palas a cavar
un pozo, esta vez cerca del mar, así los papas podían verlos mientras tomaban
mate y sol, que son dos cosas que se pueden tomar al mismo tiempo.
Imaginen que si Fernán solo
había podido hacer un pozo tan profundo el día anterior, entre dos, a los pocos
minutos, tenían un enorme. También habían hecho una montaña con la arena que
había salido del pozo y que los ocultaba de los ojos de sus mamás.
El pozo crecía y crecía
pero era un poco distinto: este pozo se estaba llenando de agua.
-
¡ Encontramos agua! – gritaron contentos los
chicos, y las madres festejaron desde sus reposeras.
Claro que Malena y Fernán
podrían haberse quedado muy contentos ahí mismo jugando con el agua y la arena
mojada del pozo, quizás haciendo castillos como hacen los chicos que van a la
playa.
Pero ellos no. Ellos siguieron cavando con esa
idea de llegar a la China a pesar del agua y de todo. Cavar, cavar, cavar. El
pozo ya parecía una pileta de natación. El agua les llegaba a las rodillas,
después a la cintura, al cuello…
-
¿ Sabes nadar?- preguntó Fernán justo en el momento que los dos se
hundían en el agua salada.
Malena no pudo contestar
porque la boca se le llenó de agua, pero era claro que sabía nadar porque
moviendo brazos y pies se fue buceando para el fondo del mar.
-
Malena…- quiso decir Fernán, pero era
imposible detenerla así que no tuvo más remedio que seguirla.
-
Igual les digo a mis papás que la culpa fue
de ella- pensó, al recordar todas las advertencias de su mamá durante el
desayuno con respecto a los pozos profundos. Por suerte había dejado las ojotas
bien acomodadas junto a la sombrilla antes de empezar a cavar. Esta vez no
había riesgo de perderlas.
¿
Qué les pasó a Malena y Fernán
en el fondo del mar?
¡En el capítulo siguiente podrán
saberlo!
CAPITULO 12
El fondo del mar.
Seguro que ustedes saben que para hacer buceo hace falta un equipo de oxígeno que permite respirar bajo el agua. Malena y Fernán también lo saben pero por alguna razón que no podemos explicar ellos hacen buceo sin equipo y respiran debajo del agua como los peces.
Nadan, nadan y nadan moviendo los brazos y observando con los ojos bien abiertos una enorme cantidad de peces de colores, tortugas marinas y caracoles que los miran con caras de: “Qué hacen ustedes acá?”.
Malena está contentísima pero Fernán no tanto, porque hubiera preferido seguir cavando para conocer China.
Lo que pasa es que en fondo del mar está un poco oscuro, y recuerden que a Fernán no le gusta la oscuridad. Malena lo toma de la mano. A lo lejos hay un pulpo y se acercan con cuidado, porque Malena nunca vio un pulpo vivo y quiere saber si son iguales a los que vio en el supermercado.
El pulpo se mueve, los enfoca con su ojo y los chicos se quedan quietísimos. ¿Qué hará un pulpo con dos niños?. No lo sabremos en esta historia porque los chicos logran quedarse tan quietos que el pulpo piensa que son dos algas más de las muchas que hay en el fondo del mar y sigue su camino. Fernán piensa qué orgullosa estaría su maestra si lo viera tan quieto.
La oscuridad es cada vez más oscura… Malena y Fernán siguen de la mano; una usa la mano derecha y otro la mano izquierda para nadar hasta unas piedras grandes que parecen montañas.
-Qué raras estas piedras – quiere decir Fernán, pero le sale gggnnn porque con la boca llena de agua no salen las palabras.
Malena toca otra piedra enorme y está por treparse a ella cuando la piedra se mueve.
Igual que ustedes, Malena se pregunta: ¿se mueven las piedras?
Lo mira a Fernán con cara de preguntar: “¿se mueven las piedras?”. Pero el está peleando con una estrella de marque se le enredó en el pelo.
-No, Malena nos gustaría responderle: Las piedras no se mueven.
¿Entonces qué es eso negro, oscuro y frío que se mueve?
¿Adivinan?
¿Será un monstruo marino?
¡Adivinaron! Lo que se mueve es un impresionante monstruo marino como los que aparecen en las películas.
Malena tira de la mano a Fernán pero él sigue distraído peleando con la estrella. Quiere gritar pero no puede, asi que tira muy fuerte del brazo de Fernán y salen nadando rapidísimo.
El monstruo los sigue. No sabemos si porque quiere coo… coo… conocerlos o coo… coo… comerlos, ya que las dos palabras empiezan con co, pero no significan lo mismo.
Fernán y Malena nadan y nadan con todas sus fuerzas con el monstruo detrás...
¿Cómo van a escapar esta vez?
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